Por aquellos entonces, yo arrastraba jornadas interminables de estudio de horas y horas, en las que leía 3 veces lo mismo, sentía sueño, no comprendía nada, me frustraba, lloraba…aunque si me ponía a saltar o bailar en mi habitación, conseguía, más animada, echar otras tantas horas. Sin saberlo mi intuición ya me decía que el movimiento formaba una parte importante en mi aprendizaje.
Los resultados académicos no eran malos, pero la nota no era ni mucho menos proporcional a las horas dedicadas. Siempre el esfuerzo era muy superior al resultado obtenido.
Otro de mis trucos para conseguir aprender lo mejor posible era compartirlo con algún compañero. Si podía verbalizar los conceptos y ordenarlos en mi cabeza, ya eran míos para siempre.
Hoy en día es cierto que decidir algo a los 17 no te condiciona en absoluto tu trayectoria de vida, porque estamos constantemente formándonos, ampliando las posibilidades y podemos cambiar de perfil profesional en cualquier momento. Cada vez hay salidas más variopintas relacionadas con un sin fin de ramas profesionales que se complementan pudiendo llegar a ser «Médica de Artes Escénicas». Ostras! este fue mi resultado al contestar el Test de Intereses Profesionales de Barcelona Activa. Recomiendo este cuestionario a cualquier persona que deba decidir un giro o futuro profesional. Siempre estamos a tiempo de cambiar el rumbo.
A los padres de hoy nos queda una ardua tarea para convivir con la esta realidad actual; tan distinta a la que nos intentaron inculcar nuestros padres de constancia y esfuerzo continuo. Youtuber o participante en un realityshow; ocupan el ranquing… un despropósito.
Volviendo al momento clave de mi adolescencia, creo que las 3 semanas más cortas de mi vida fueron las posteriores a haber acabado BUP y COU (Bachillerato). Estaba tan estresada de estar inmersa en los exámenes finales, con múltiples síntomas somáticos como caída de cabello, dolor lumbar o empeoramiento de mi vitíligo que, por salud mental y física, necesité desconectar unos días. Las notas de bachillerato tenían una media de notable alto pero nada era suficiente con jugártela al 50% a un todo o nada.
Cuando me quise dar cuenta, sólo disponía de una semana para presentarme a la Selectividad (PAU o EBAU)!!!
El descubrimiento me bloqueó por completo. Recuerdo la sensación de ansiedad como si fuera ayer. El estado emocional en crisis me bloqueó aún más el aprendizaje y para colmo, era demasiado responsable y perfeccionista. Otro despropósito.
El resultado fue malo; aunque un aprobado; no reflejaba el tremendo esfuerzo de los últimos 4 cursos.
Te das cuenta de que no eres dueño de tu cuerpo ni tu mente y que tu aprendizaje disminuye cuando estás sometido al estrés de un examen. Lo viví el día que me examinaba del carné de conducir. Mi pierna derecha daba saltos como si tuviera vida propia, perdiendo más de 50% de mis facultades.
Siempre me pregunto qué hubiera pasado en esos dos episodios de mi vida si los hubiera vivido a mis 30 o a mis 40; mucho más madura emocionalmente.
«Debería estar prohibido decidir nuestro futuro a los 17 años».
Llegó la hora de la prescripción universitaria y yo había tenido una revelación esos últimos días: -Hoy decido que quiero ser DENTISTA. Y tuve el atrevimiento de no poner más que una opción y quedarme fuera por un 0,01 de la nota. Tercer despropósito o eso creí yo.
Al curso siguiente rellené todas las demás opciones sanitarias como biología, veterinaria, óptica, podología… creo que todas excepto medicina porque sabía de sobra que no estaba preparada. Y así es como entré en Óptica y Optometría como 3ª opción, ya por aquellos entonces nada conocida.
La carrera me fascinó. El ambiente en la Universidad, amigos que mantengo actualmente, la mayoría de asignaturas me resultaban interesantes y las entendía! Necesitaba mucho tiempo también pero disfrutaba muchísimo. Soy claramente de ciencias.
Soy incapaz de recordar nombres y fechas inconexas, sin ningún tipo de relación, más que la de memorizarlas. Hoy en día, soy incapaz de recordar un nombre de actor, escritor, título o similar sin verlo escrito. Incluso en inglés, si alguien me dice una nueva palabra, siempre pregunto cómo se escribe para poder visualizarla y almacenarla. Eso significa que tengo muy desarrollada la memoria visual y nada desarrollada la memoria auditiva.
Un día una psicóloga me dijo, “si un familiar tuyo te hablara como tú te hablas a ti misma, estaría metido en la cárcel”. Es muy importante aceptarse a uno mismo, intentar no compararse con nadie y no ser perfeccionista, pero es tan difícil… Aceptar mis limitaciones me ha hecho respetarme y ser más tolerante también con los demás.
Sigue costándome hacer un rápido y efectivo cambio de armario, meter lo justo y necesario en una maleta de fin de semana y leer un fragmento sin tener que volver a releerlo para comprenderlo. Además, soy incapaz de dedicarme a un solo tema, siempre tengo varios abiertos. Pero la diferencia entre ahora y antes, es mi tolerancia.
Ojalá hubieran existido los OPTOMETRISTAS COMPORTAMENTALES cuando yo fui niña. Sólo recibí unas cuántas clases de refuerzo como ayuda puntual. Ahora mismo podría beneficiarme de mi propia terapia pero me he acomodado y en casa de herrero cuchillo de palo. Dudo de mi constancia para continuar y acabar una terapia completa. Ese es el único aspecto negativo de los tratamientos; que necesitamos tiempo y constancia por delante. Mis pacientes son unos campeones.
El destino quiso que eligiera una profesión que consiguiera asimilar a la perfección y donde me sintiera útil, ayudando a otras personas desde mi propia experiencia. Así, paciente y terapeuta compartimos el proceso de una forma mucho empática.
En mi recorrido profesional he tenido una variedad de posibilidades variada y atrevida, todas en terapia visual y lentes de contacto especiales. Pero siempre bajo el mando de alguien. Si miro atrás, jamás hubiera pensado que yo acabaría fundando un centro, mi propia empresa. El riesgo no va con una persona insegura y con miedos.
Pero aquí está Mou, un proyecto personal en el que nunca me hubiera visualizado antes, pero del que me siento muy orgullosa. He acabado ayudando a personas con mi mismo problema y tal y como yo entiendo mi trabajo; de forma Integral, con ayuda de distintos puntos de vista.
La experiencia me ha enseñado que los problemas de aprendizaje provocan baja autoestima, estrés, miedo, depresión, falta de organización o enfermedades más sistémicas. Todas éstas provocan más problemas de aprendizaje por falta de concentración, organización o baja memoria de trabajo. Si podemos resolverlos desde la raíz en edades tempranas, disfrutaremos de una infancia y una edad adulta más feliz.
En Mou Visió intentamos conseguir tolerancia con ayuda emocional mientras no llegan los resultados y en casos donde hay un sufrimiento importante del paciente, por encima de sus dificultades de aprendizaje. Intentamos desarrollar las vías neurosensoriales mediante movimientos muy específicos para potenciar las habilidades necesarias para el aprendizaje, la coordinación, el comportamiento y las emociones. En definitiva, intentamos hacerle la vida más fácil a pacientes con dislexia, déficit de atención o similares. Un regalo de por vida para cualquiera que lo necesite.